top of page
Buscar

3 lecciones del autoconocimiento

Este artículo lo escribí hace algunos años... y cada vez que siento me pierdo un poco, lo releo y me trae mucha claridad. Tal vez a ti tambien te resuene, y si no es así, deseo que te llegue el amor con el que lo comparto.

Cuando se produce el mágico acercamiento al Tarot terapéutico, sucede lo mismo con el mundo interno, y con el universo en general. Nos encontramos de manera consciente en relación con el todo, en un estado en donde el mundo se transforma en un oráculo y cada detalle nos habla.

Comenzamos a descubrir que los arcanos del Tarot caminan a nuestro lado, encarnados en alguna hermana, primo, amigos, madres, etc. también en situaciones o experiencias, incluso en testimonios que pudieran contarnos. En definitiva, el Tarot siempre nos habla.

Más allá de las generalidades, te voy a contar cómo el Tarot cambio mi mirada, y lo hace de manera permanente.

Cuando un día tuve por primera vez un mazo de Tarot en mis manos, cambió mi percepción sobre el mundo y sobre mí misma. Ese fue mi primer aprendizaje con un mazo de Tarot. Sostener en mis manos el pecado, la traición, el peligro y no morir ni herirme, culparme o irme al infierno al instante, sino experimentar un delicioso frenesí hacia la oscuridad sin temor, esa fue mi primera y gran lección. Sin darme cuenta o ser muy consciente de ello, le hice jaque mate a esas creencias limitantes.

Comenzaron a atravesarme muchas preguntas, llegaban muy rápido, entre ellas:

-       ¿Será que el Tarot no me hará daño?

-       ¿Será que la promesa del infierno ante el pecado, es el puente a la liberación?

-       ¿Será que esa promesa actúa como la llave de la puerta hacia la luz?

Poco o a poco las preguntas fueron cada vez más profundas, en donde esta experiencia simple de tener un mazo de Tarot en mis manos, me atravesó completa. Todo mi cuerpo, mi alma y mi razonamiento se desnudaron ante mí. Esos días fueron los primeros pasos en conocerme con la conciencia plena en ese proceso.

-       ¿Quién soy yo?

-       ¿Qué y cuál es mi identidad?

-       Mi identidad hoy, ¿es representativa de quien verdaderamente soy?

-       Y verdaderamente, ¿quién soy?

-       ¿Qué estoy eligiendo mostrar? ¿cómo lo hago?

-       ¿Realmente muestro quién soy?

Mi desnudez me dio miedo, era una desnudez desconocida y demasiado pujante. El miedo a ese nacimiento luego de tanto pujar era cada vez más grande, sin embargo, me quedaba claro que era realmente inevitable.

Comencé a investigarme, interpelarme, a entrevistarme a mí misma. Me preguntaba ¿qué significa para mí…

-       …ser mujer

-       …llamarme María José

-       …ser argentina

-       …ser hija, nieta, hermana

-       …ser… ser… ser…?

Y cada vez encontraba más preguntas y menos respuestas. Las nuevas preguntas me invitaban a ir cada vez más profundo, poniendo en jaque muchas de mis creencias que en ese momento descubrí limitándome, y que a raíz de este proceso fui trascendiéndolas. Claramente este proceso es permanente, mis creencias válidas hoy, quizás sean limitantes mañana. No lo sé, ni me quita la paz.

Y entonces comprendí. Ya nada me separaba del mundo, de otros seres, de las estrellas, nada me limitaba excepto mis creencias separatistas. En ese momento fui nada y todo a la vez, experimenté mi primer éxtasis espiritual y sensorial. Fui placenteramente nada y sencillamente todo.

La nada se siente bien, muy bien, pero es incómoda para nuestra sociedad, muy incómoda. Pues ser nadie en nuestra sociedad es dejar de ser. Si bien estaba muy cómoda siendo nada, entendí que era necesario como ser social que comenzara a elegir qué y cómo quería mostrar la manifestación de mi esencia. Esto era necesario para cuestiones básicas como monetizar algo que elija como profesión para sustentarme económicamente, tener un reconocimiento que permitiría que llegue a otros escenarios, pertenecer a diferentes grupos identitarios, etc. Yo sabía muy bien que toda esa elección era necesaria para este mundo. Pero debo confesar que aun hoy me siento muy cómoda al reconocerme como nada y todo. Pues eso soy. Y esta fue mi segunda lección.

Me encontré entonces, ante la necesidad de elegir eso que quería mostrar en representación de mi experiencia de ser nada y todo a la vez. Y esa fue mi tercera lección: ¿Cómo SER individualmente en este mundo donde somos un todo unificado sin perderme a mí misma en ese camino ni dejar de SER?

No tuve más opción que comenzar a observarme en mi espejo más humano, descubrir, recordar y/o elegir mi pertenencia a un género, un país, una genealogía, un nombre, una profesión, y mucho más. Encontrar el equilibrio entre reconocer que todo aquello eran roles y no mi esencia, y seguir siendo fiel a esa esencia es el camino que aún estoy transitando.

Te invito a tomar el camino hacia tu interior, ir cada vez más profundo, desnudarte ante tu propio espejo, amarte, aceptarte y elegir qué, cómo y cuándo mostrar eso que realmente ERES.

 
 
 

Comentarios


bottom of page